jueves, 18 de octubre de 2007

escribe el Lic. Esteban Drincovich

Cuando conocí el trabajo de Andrés Sierra recuerdo haber tenido dos sensaciones: la primera, la sorpresa de ir descubriendo los infinitos personajes que se suscitan de sus “Múltiples”; la segunda, el regocijo de encontrarme jugando con un rompecabezas de 3 piezas que ofrecía diferentes posibilidades de armado. En este primer encuentro se trataba de obras de pequeño formato que, más tarde, Andrés decidiría llevar al tamaño en el que se presentan en esta muestra.

La estética lúdica de su obra plantea una experiencia que lleva al espectador a superar la contemplación pasiva ya que Andrés permite tener un contacto directo con su obra, jugar con ella. La muestra, entonces, se presenta como un juego libre de la imaginación, con toda su carga de fuerza liberadora, generadora de nuevas realidades, de nuevos relatos, de nuevos personajes. El juego se genera al reestructurar las piezas de cada Múltiple. Como explica el artista: “El Múltiple debe su nombre a la particularidad de poder ser colgado de diferentes maneras y siempre hay una nueva. La elección es suya.”

La obra que exhibe en esta muestra se trata de una serie de personajes que gravitan sobre distintos fondos y constituyen variados relatos dependiendo de cómo sea presentada. Algunos de los personajes que se pueden encontrar en la obra son una representación casi caricaturesca de personas cercanas al artista y su contexto. Ironía y crítica se desprenden de toda su obra, como podemos ver en su “Múltiple M”. Incluso en una de las obras se encuentra el artista mismo, exagerando de manera crítica y humorística ciertas características de su multiplicidad. Es una necesidad innata y enteramente fatal en los hombres representarse cada uno su “yo” como una unidad. Sin embargo, Andrés, en su Autorretrato, rompe con el mito de la unidad de la persona y se considera como poli-partitas, como un haz de múltiples “yos”.

Transformar e interactuar son conceptos que se desprenden del trabajo de Andrés: transformar dado que las piezas admiten movimiento para modificar la obra; interactuar porque el espectador es convocado a superar su estado de contemplación y a participar en la obra.